En situaciones de incertidumbre, las decisiones relativas a inversiones se adoptan en base a una apreciación personal de las posibilidades de éxito por un lado y por el otro las posibilidades de fracaso o pérdida.
Cuando existe la posibilidad de perder en una inversión en particular, las decisiones están también influenciadas por la personalidad de quien decide. Vamos a ilustrar el punto a través de ejemplos.
Rasgos de carácter: Características Personales: la “Aversión al riesgo” contra el “Amor al riesgo”
Una persona tiene $100 y puede comprar con esa suma un boleto de lotería. La suma del premio es de $200 y la probabilidad de ganar – 50%. Es decir: la mitad de las personas que compran el boleto ganan $200 y la otra mitad de las personas no ganan (y pierden su dinero).
Una persona que siente “aversión al riesgo” no adquirirá el boleto, dado que prefiere quedarse con solo $100 en el bolsillo, a la posibilidad de perderlos. (La tentación de tener al final $200 en su bolsillo no lo “convence” suficientemente). Si una persona es “amante del riesgo”, la tentación de ganar la llevará a comprar el boleto de la rifa (la posibilidad de perder $100 no la intimida).
¿Qué elegiría Ud., el lector? La respuesta depende de su relación a los riesgos. ¿Siente usted aversión o amor al riesgo?
Es decir, Ud. no compraría ese boleto de lotería en las condiciones expuestas. Ahora bien, trataremos de examinar en dos escenarios distintos que haría Ud. si las condiciones cambiaran a su favor.
Escenario 1:
La suma del premio va a ser de $200,000, en lugar de $200 (y la probabilidad de ganar va a quedar del 50%). ¿Es que también entonces el temor de perder va a ser más fuerte que la tentación de ganar?
Escenario 2:
La suma del premio va a quedar en $200, pero la probabilidad de ganar va a subir a 99%, es decir: es casi seguro que Ud. gane. ¿También entonces elegirá Ud. no comprar el boleto? Si esos cambios en las condiciones de la lotería todavía no han cambiado su decisión (de no comprar el boleto), pues ahí tiene que Ud. es extremadamente averso al riesgo.
Ahora supongamos que es Ud. propenso al riesgo. Es decir, Ud. compraría el boleto de lotería en las condiciones originales. Analizaremos cómo actuará Ud. en dos escenarios en los cuales las condiciones van a cambiar para mal desde su punto de vista.
Escenario 1:
El premio se reduce de $ 200 a $ 101. ¿También entonces elegirá Ud. no comprar el boleto?
Escenario 2:
La suma del premio quedará en 200 pero la probabilidad de ganar se reduce a 1% (es casi seguro que Ud. perderá), ¿también entonces compraría Ud. el boleto? ¿Va a continuación, comprar el billete? De ser así, entonces Ud. es muy propenso a tomar riesgos, y es posible que el mismo riesgo en sí le dé a Ud. un beneficio más allá del beneficio monetario de ganar el premio.
Hemos visto, de este modo, que la decisión de tomar un riesgo o no, es una decisión subjetiva que cambia de persona a persona de acuerdo a su personalidad. Se cambia de una persona a otra en función de su carácter. Para que una persona tome una decisión de acuerdo a su personalidad, ella debe ser capaz de analizar en forma objetiva sus posibilidades de éxito y la suma de dinero que le acompaña. En relación a la posibilidad de fracaso y a la pérdida de dinero derivada de ese fracaso.
Por Ejemplo, si la posibilidad de ganar $100 es del 60% y la posibilidad de perder $100 es del 40%, entonces es, objetivamente, rentable participar en la lotería.
Por Ejemplo, si la posibilidad de ganar $1,000 es del 20% y la posibilidad de perder $1,000 es del 80%, entonces no es rentable participar.
En estos ejemplos, asumimos que sólo hay dos posibilidades: Ganar y perder – cada uno con su propia probabilidad. En la mayoría de los casos existen más de dos posibilidades, como lo demuestra el siguiente ejemplo (de 4 posibilidades):
- Ganar $10,000 – probabilidad del 5%.
- Ganar $5,000 – probabilidad del 10%.
- Ganar $100 – probabilidad del 20%.
- Perder $100 – probabilidad del 65%.
Para poder decidir si participar en la lotería con estos cuatro resultados posibles, es de costumbre calcular la ganancia estipulada.